“El juego de lo imaginario, esta constituido
por el conjunto de representaciones que desbordan
el limite planeado por las constataciones de la experiencia
y los encadenamientos deductivos que estos autorizan”
Evelyne Patlagea
I
El hombre tenía cierto aire a camello después de dos meses en el desierto. Llegó a la ciudad de Tutankamon y le hecho un acogedor abrazo a su esposa, luego se fueron a comer a un restaurante muy refinado para celebrar el regreso y pidieron el menú un mes antes y nada que le traían el almuerzo. Y así pasaron 8 meses. El hombre al ver esto, decidió regresar al desierto y hacer un hoyo en el desierto para ahí hacer los cimientos de lo que sería su nuevo restaurante, pues le haría competencia al anterior, donde la comida era de camello y siempre tenia pelos; pero los comensales no decían sino los pelos en el plato, el postre era muy ácido, tanto como el limón verde, verde… y ya que los pelos estaban ahí ….. mejor disfrutaré!.
Decidió hacer un chiste y grito ¡mesero por favor me motila esta sopa! Es que esta muy peluda y no puedo encontrarle el pedazo de mondongo. El mesero con toda decencia trajo un peine especial para sopa y el hombre hubo de comérsela con afán.
II
Aquel era el fetiche con el que el bebe se sumergía en su propio espacio.
Cada anillo de su traquea, posibilitaba el transito fácil de su respiración.
Un fluido como el ámbar caía de sus ojos al refrescarlos con aquel
Tarrito verde.
El tiempo marcaba cada gota que de su lagrimal caía como bálsamo, aunque el
Solo pensaba en aquellas llaves del cielo que le prometió su abuelo en el cuento del collar y el angelito empantanado. El tiempo marco las doce en punto y el anhelado sueño se
Marco con el dulce vaivén de su chupete
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